Estamos frente a una novela sin concesiones. Una novela dura, híbrida. Lo mejor del libro tal vez sea eso que,
a muchos lectores, le parezca lo peor: su prosa mutante
que refleja el mismo argumento que gravita la historia de ciento y pico de
páginas.
El ataque de los moscovitas parece una cosa y
es otra. Parece una novela mala, parece una novela que está escrita por alguien
que no sabe escribir. La prosa de Ragau pasa del coloquial porteño a registros
neutrales, tal vez en una misma oración, cuela una puteada vivísima con un improperio de historieta de Novaro.
El avance en la lectura, aunque fluido y
repleto de acción –así, a raudales- también está cubierto de escollos. Escollos producto de ese estilo extraño, cosmopolita.
El argumento habla de una invasión de
insectos mutantes, que parecen surgir de la peor serie “B”, de un librito de
kiosko, del cerebro reblandecido de un cineasta sin ambiciones,. Contra todo eso hay un solo personaje, José Ortega, un antitodo; pero
no un antídoto. José es un personaje antipático, que dedica su vida a trompear
a los peores exponentes sociales, por lo general, personajes sin
especializaciones, que se definen por lo que hacen, por la cáscara que recubre
sus vidas, porque por dentro están huecos. Ragau los llama “El chico del Súper” que
es un cajero del supermercado, “El segurata” un empleado de vigilancia… José
los castiga, descarga su rencor sobre ellos, tal vez porque vea en esos
perdedores un reflejo de lo que es o de lo que la sociedad lo llevará a ser.
Mientras tanto su casa es invadida por las
moscas y los mosquitos, mientras la basura se acumula día tras día. Un pequeño
bicho bolita le advierte sobre la invasión que se gesta en el subsuelo de su
edificio, unos insectos mutantes que capturan humanos para devorarlos, los
moscovitas, que nada tienen que ver con Moscú. También hay una chica, Andrea, que es fea, boba e insulsa; una parodia más del genero.
Como dijimos más arriba, la metamorfosis
insectoide está latente en toda la historia, el canibalismo social, la lucha a
muerte contra las imposiciones y el estado de semiesclavitud al que nos somete
el sistema. José es el hombre que se opone a todo eso, lo hace desde lo más
bajo, contando una historia en registro pulp, con una prosa indefinible. El Ataque de los Moscovitas es libro original, novedoso y, sobre todo, audaz que capturará la atención, como esas papeletas atrapamoscas, de los amantes del género pulp y de la novelística más under.
Ragau autoeditó la mayoría de sus libros,
hasta que le llegó su hora. Santiago Arcos Editor jugó con esa idea y nos entregó una
novela con una cubierta elegante que oculta otra cosa, porque esa cubierta es
una sobrecubierta, y bajo ella está la ilustración pulp del hombre en
calzoncillos peleando contra los xenoides, el libro está ajado y Ragau, ahí sí, parece estar en su salsa.
Mariano Buscaglia